Bordado
El bordado también forma parte de la historia y cultura de Madeira y fue introducido por los Phelps, una familia inglesa afincada en Madeira en 1784. Todo comenzó con la hija mayor de Joseph Phelps, Elizabeth, quien en 1854 montó una pequeña escuela en su casa y, con sus diseños originales, enseñaba a bordar a niños y mujeres. Estos bordados se vendían al principio de forma privada a amigos de la familia y después a turistas. Se hicieron famosos y cotizados después de una exposición celebrada en Funchal. Además, ganaron premios en la Exposición Internacional de Comercio Mundial en Londres.
En la década de 1860 el bordado era ya una industria muy extendida. Se estima que en esos años existían alrededor de 70.000 bordadoras (bordadeiras) en Madeira.
Los materiales utilizados en la industria del bordado son el lino, la seda, el organdí y el algodón, a partir de los cuales se elaboran manteles, vestidos, faldas, sábanas y delicados pañuelos.
Las fábricas de bordado de Madeira están situadas alrededor de Funchal, pero la mayor parte de los bordados los hacen tradicionalmente en casa mujeres muy habilidosas en esta práctica.
Las fábricas a menudo proveen los materiales a las bordadoras, quienes les devuelven los bordados una vez hechos, y en las fábricas completan la fase final de venta y exportación a todo el mundo.
Los diseños utilizan tanto motivos tradicionales como modernos, que se imprimen ligeramente en el material para servir de guía. El material impreso se distribuye junto con el hilo de colores a las bordadoras por todo Madeira y Porto Santo. En la fase final, los bordados hechos a mano se devuelven terminados a la fábrica, donde se verifican, se cortan, se lavan y planchan y se les pone un sello que garantizaba su calidad y perfección. Solo entonces están preparados para la venta y exportación. El bordado de Madeira ha ganado muchos premios y galardones. Recientemente recibió el premio de la edición de 2007 del “New York Home Textile”.
A día de hoy, los excelentes y delicados bordados hechos a mano de Madeira son un regalo codiciado por muchos turistas y admirados por su belleza y perfección; un tesoro que ha perdurado varias generaciones.
